Todos tenemos un sentido del orden. La capacidad para organizar objetos y conceptos es una capacidad fundamental en el procesamiento cognitivo.
Pero no todos tenemos el mismo sentido del orden. Si entrar en trastornos propiamente dichos, hay personas que tienen que tener todo categorizado y organizado en todo momento (por fechas, por colores, por forma, por utilidad). Mientras que otras viven en un “desorden ordenado”.
Un reciente estudio de la Universidad DePaul de Chicago concluye que el desorden genera insatisfacción.
El profesor de psicología Joseph Ferrari estudió en tres grupos de adultos (diferenciados por edad) el grado de desorden y satisfacción vital.
Encontró que, el desorden, genera mayor estrés, y por lo tanto, una reducción del bienestar. Al parecer, la falta de orden dilata muchas actividades normales de la vida diaria, generando mayor estrés en aquellas personas con menor orden. Hay que destacar que no se encontraron diferencias entre los tres grupos de edad.
Entendiendo el desorden como una sobreabundancia de posesiones que dificultan la vida en nuestros hogares, el autor entiende que el origen del desorden se puede encontrar en la dilación a la hora de ordenar o desechar las posesiones. Hay personas que tienen dificultades para tirar algunos objetos y no encuentran el momento para hacerlo. Estas personas con problemas de dilación, los tienen en todos los ámbitos de su vida (trabajo, casa, escuela). Retrasan las decisiones y muestran numerosas excusas para postergar: que ahora no tienen tiempo, que no cuesta tanto mantener los objetos, que no estorban, que están muy ocupados, etc.
El desorden y la dilación, dificultan nuestro bienestar. Centrémonos en las relaciones, en las personas, en el ahora y no en las reliquias.