Amar la vida

Todos los padres buscamos el desarrollo pleno de nuestros hijos. Queremos que tengan la mejor educación, un completo desarrollo físico, un crecimiento saludable, pero sobre todo, que sean felices. Esta es nuestra aspiración final.

Les ayudamos en su formación, hacemos que se sientan queridos, motivados, fomentamos su autoestima; pero, en ocasiones, nos olvidamos de enseñarles a amar la vida.

Amar la vida y apreciar las alegrías del día a día, es uno de los caminos más claros hacia la felicidad.

¿Cómo educar para amar la vida?

Se aprende a amar la vida como cualquier otra cosa en nuestro desarrollo, a través de los adultos. Los niños aprenden a emocionarse como se emocionan los adultos que tienen alrededor (ver neuronas espejo, ver sincronía cerebral). Para que aprendan a amar la vida, deben ver que nosotros la amamos y eso se aprecia en el día a día.

Hemos de reflexionar sobre como nos levantamos un día ordinario. Si mostramos una actitud activa y motivada, o nos expresamos en términos de cansancio y hastío. El lenguaje es importante y influye en los que tenemos alrededor. Si hablamos de las cosas de cada día como algo negativo, con falta de ilusión, apatía, etc, en lugar de enfocar las mismas cosas de una forma mas positiva, con optimismo, motivación, ilusión, trasladamos sin querer ese pesimismo a los que están a nuestro alrededor.

Hay que valorar correctamente los disfrutes diarios, mostrar nuestra ilusión por determinados aspectos, ser un modelo de disfrute de la vida.

Reaprender con ellos

Cómo en muchas otras ocasiones, cuando educamos a nuestros hijos, somos nosotros los primeros que tenemos que reaprender. Volvemos a repasar conocimientos, volvemos a modificar nuestro comportamiento y a reactivar nuestros valores, para ajustarlos a la impronta que queremos dejar en nuestros hijos. El aprendizaje para amar la vida no es diferente. Podemos (y debemos) aprovechar la oportunidad que nos aporta la educación para implementar en nosotros un renovado amor por la vida. Podemos reconducir nuestros sentimientos, expresiones y conducta para dejar a nuestros hijos el legado de la felicidad.

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