El pensamiento positivo es una herramienta muy útil en muchos momentos de nuestra vida. Sin embargo, no es la panacea para todo (desgraciadamente la panacea no existe).
Cuando estás triste, muchas personas suelen animarle a afrontar los problemas con una sonrisa, a ser siempre positivo, y a alejar el negativismo con un escudo de optimismo. Pero existen varios estudios en psicología que demuestran que esta forma de afrontamiento no es la más indicada.
Ya sabemos que dejarse arrastrar por la depresión, recreándonos en nuestro propio abatimiento, no hace más que hundirnos en el pozo. Pero esto no quiere decir que el otro extremo sea la postura más sana.
Negar las emociones nunca ha sido un buen camino. Hay momentos en la vida que nos llevan a la tristeza, como hay momentos que nos llevan a la alegría. Ambas emociones hay que sentirlas y gestionarlas. Un sentimiento de tristeza mal gestionado puede desembocar en una seria depresión.
Intentar experimentar solo emociones positivas es ilógico y, simplemente, imposible. las emociones negativas tienen su función adaptativa. la tristeza, el estrés, la ira y el miedo, llevan milenios ayudando al ser humano a afrontar nuestras dificultades.
En situaciones normales, un afrontamiento positivo, arroja mejores resultados objetivos y mayor bienestar emocional en el individuo.
En situaciones negativas, la tristeza, el estrés, la ira o el miedo pueden suscitar herramientas de afrontamiento adecuadas al problema presente. Intentar negarlas supone un esfuerzo inútil y un posible foco de trastornos futuros.
Tan importante es no ceder al derrotismo como entender nuestros sentimientos como un mecanismo lógico y útil.