Todos sabemos que la alimentación es fundamental para el desarrollo físico del niño. Una dieta equilibrada favorece el crecimiento y disminuye la propensión a padecer enfermedades. Pero también, la alimentación presenta factores psicológicos y sociales. El rendimiento cerebral depende de unos nutrientes adecuados y, en nuestra cultura, la comida tiene una gran presencia social.
Los problemas de los niños a la hora de comida no son poco comunes. Son muchos los factores que influyen: las prisas por el poco tiempo disponible, la preocupación porque no coma, las pataletas… Las dificultades que se pueden encontrar los padres con la comida de sus hijos pueden ser múltiples y cada una de ellas requiere un abordaje particular. Sin embargo, podemos establecer ciertas pautas generales para unas rutinas en la comida.
Debemos implicar al niño en todo el proceso relacionado con la comida. Algún día, que dispongamos de más tiempo, podemos pedirle que nos ayude en la cocina. Siempre hay algunos procesos que puede realizar él de forma segura.A diario, puede colaborar en la puesta y recogida de la mesa . Estableceremos un tiempo para la comida. Debemos explicarle que hay un tiempo para comer y que cuando se acabe ese tiempo, se retira la comida. En términos normales, ese tiempo puede estár entre 20 y 40 minutos. Podemos ayudarnos de un reloj de agujas para que el niño pueda estimar el tiempo que le va quedando. No hablaremos más del tiempo mientras estemos en la mesa, ni le apremiaremos. Intentaremos, en cambio, entablar conversaciones agradables ajenas a la comida.
Debemos evitar distracciones como la televisión, las tablets o los teléfonos móviles. La comida es el mejor momento para poder compartir nuestra vida en familia.
Es posible que el niño muestre quejas sobre si le gusta la comida. No debemos entrar a valorar si la comida esta rica o no. Es el menú que toca ese día y es lo que hay que comer.
Cuando se acabe el tiempo, recogeremos la mesa con normalidad. Evitaremos las discusiones y no concederemos prorrogas.
Mientras estemos en este proceso de educación activa hacia los hábitos de alimentación, en los tiempos entre comida y comida el niño no debe comer nada. En ese sentido, los padres debemos estar tranquilos. Salvo en casos muy extremos, que los niños coman deficientemente o se salten alguna comida no va a afectar a su desarrollo. En todo momento, durante la comida, reforzaremos cualquier conducta positiva. Cualquier avance debe ser elogiado efusivamente.
En definitiva, debemos convertir la comida en lo que realmente es: un tiempo agradable para disfrutar de los alimentos y de la compañía.