El olfato es uno nuestros sentidos más primitivos e importantes. Es la base fundamental de muchos de nuestros primeros instintos (como el que sirve al bebé para reconocer a su madre).

El sentido del olfato tiene un mecanismo tremendamente directo y rápido. Las moléculas de olor entran en contacto con las neuronas receptoras del olfato, dentro de nuestra nariz, y éstas, transmiten la información directamente a nuestro cerebro. La información olfativa va concretamente a dos partes: el bulbo olfatorio y el neocortex.

En neocortex está encargado del procesamiento consciente, pero el bulbo olfatorio pertenece al sistema límbico, una de las estructuras más primitivas del cerebro. El sistema límbico está encargado de las respuestas instintivas y automáticas. Y, entre muchas otras funciones, regula nuestras emociones.

Algunos estudios han demostrado como el olor de una madre tranquiliza a su bebé. Sobre esta base teórica y empírica, un grupo de Psicólogas (H. Collins, A. Whillans, M. Hofer y F. Chen) han realizado un estudio para analizar la reacción de 96 mujeres ante diferentes olores.

En el experimento, las participantes tenían que oler tres camisetas: una era la de su pareja, otra la de un desconocido y una tercera no usada. Durante la prueba, se registraba el nivel de cortisol y el estrés percibido.

Los resultados mostraban como el estrés se reducía ante el olor de la pareja mientras el cortisol aumentaba con el olor de un extraño. El cortisol es una hormona que se libera ante la presencia de estrés.

De esta forma, teniendo en cuenta la cercanía de los sistemas cerebrales implicados en el olfato y las emociones, es muy comprensible su alta relación.

FUENTE: Olfactory cues from romantic partners and strangers influence women’s responses to stress

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