La nueva situación creada tras la pandemia del covid-19 ha trastocado nuestra sociedad en múltiples aspectos.
Como ser humano, tenemos una increíble capacidad de adaptación (ver más sobre Resiliencia). Y esta facultad ha conseguido que, en muy poco tiempo, hayamos integrado nuevas conductas en nuestra rutina diaria.
Pero también, como en toda adaptación, hemos incluido algunas costumbres que pueden no ser positivas para nosotros.
El coronavirus ha invadido toda nuestra vida y está constantemente en nuestras conversaciones. No hay duda de que es inevitable hablar de él en algunas ocasiones. Pero en muchas otras, se ha convertido en un tema para charlas banales, como lo era antes hablar del tiempo.
Las conversaciones intrascendentes que tenemos frente a la máquina del café, en el ascensor, en el parque o la cola del supermercado, no son dañinas por sí mismas. La charla trivial tiene su utilidad: nos ayuda a iniciar una conversación, nos abre camino a temas más profundos, nos proporciona acompañamiento social en situaciones incómodas, nos hace conectar con el entorno…
El problema puede estar en el tema de conversación. El tiempo es un tema inocuo. Hablar del sol que hace o como llueve, más allá de otras implementaciones, no nos afecta emocionalmente de una forma especial. Sin embargo, las conversaciones en torno a la pandemia sí afectan significativamente. Y charlar sobre ella, con todas sus implicaciones, con los miedos e incertidumbres que genera, nos está afectando como sociedad.
Estamos experimentando cada vez mayores niveles de apatía e indefensión.
En esas charlas hablamos de lo que ya no podemos hacer, de las nuevas limitaciones, lo que añoramos; alimentan la anhedonia y la desidia.
Las dudas que nos generamos al hablar de la incertidumbre sobre el futuro, crean una sensación de indefensión que no podemos evitar.
Al conversar tan a menudo del covid, nos retroalimentamos unos a otros en estos sentimientos. Además, el funcionamiento de las neuronas espejo (ver Neuronas Espejo) facilita interiorizar las emociones que percibimos en el otro. Sus expresiones nos contagian, y nosotros contagiamos con nuestras expresiones.
Tratemos de invertir este ciclo
Vamos a aprovechar el mismo mecanismo para revertir la indefensión y apatía.
Podemos usar temas neutros, e incluso, más alegres en nuestras conversaciones. Evitemos hablar del coronavirus cuando no sea transcendente. Compartamos nuestras experiencias positivas del día a día.
Si mostramos una expresión positiva, está se reflejará en el otro.
En el vídeo de arriba podemos ver cómo actúan las neuronas espejo, como un acto individual puede contagiar a todo un vagón de metro.