Esta pregunta puede encontrar un mar de respuestas diferentes según provengan del sector de los fóbicos o de los adictos a las tecnologías.

En un enfoque más objetivo están los estudios de Jean Twenge, Profesora de Psicología de la Universidad de San Diego.

Para investigar sobre la relación de los jóvenes con las tecnologías, realizó un estudio a más de un millón de jóvenes. Las principales variables que analizó fueron: el tiempo de interacción con móviles, tablets y ordenadores, el tiempo de interacciones sociales con otros jóvenes y el grado de felicidad percibido.

Uno de los resultados demuestra que aquellos jóvenes que más tiempo pasan frente a la pantalla son también más infelices que aquellos que invierten su tiempo en actividades sociales como el deporte. Esta aportación no es novedosa. Muchos estudios anteriores demuestran la correlación que existe entre la percepción de felicidad y la cantidad y calidad de las relaciones sociales.

Un resultado más novedoso es que la abstinencia total de uso de los dispositivos electrónicos también produce infelicidad. Los jóvenes que usaban el móvil y otros dispositivos menos de una hora al día se mostraban también más infelices.

La clave, concluye la investigadora, está en el uso moderado de las tecnologías. Por otro lado, la forma de relacionarnos con las tecnologías es un mundo que está en constante cambio. Las redes sociales, las compras y servicios, e incluso los aspectos laborales evolucionan tan rápidamente que es fácil para el individuo verse desbordado.

Otros estudios longitudinales demuestran un pico de crecimiento de la infelicidad en los jóvenes coincidiendo con la aparición de los dispositivos móviles. El año 2012 fue un punto de inflexión en Estados Unidos. Ese año hubo un repunte en la infelicidad de los jóvenes. El mismo año que, por primera vez, la posesión de dispositivos móviles superaba el 50% de la población.

La evolución de la sociedad lleva a que la utilización de móviles no sea una opción. Han venido para quedarse. Si bien, podemos aprender a integrarlos en nuestra vida de forma que, lejos de suponer una fuente de infelicidad, puedan hacer aportaciones en positivo a nuestro desarrollo.

Volviendo a los jóvenes, es recomendable un acceso progresivo a los dispositivos siempre bajo la formación y supervisión de los adultos. Su uso no debe superar nunca las dos horas diarias y se ha de fomentar las actividades sociales al aire libre, con otras personas.

FUENTE: Decreases in Psychological Well-Being Among American Adolescents After 2012 and Links to Screen Time During the Rise of Smartphone Technology

Facebooktwitterlinkedinmail